Sólo soy una mujer

8 03 2010

Sólo soy una mujer y ya es bastante,
con tener una chiva, una tartana
un “bendito sea Dios” por la mañana
y un mico en el pescante.

Yo quisiera haber sido delineante,
o delirante Safo sensitiva
y heme
aquí,
que soy una perdida
entre tanto mandante.

Lo digo para todo el que me lea,
quise ser capitán, sin arma alguna,
depositar mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.

De PAZ, por esos mundos quise ser traficante
-me detuvieron por la carretera-
sólo soy una mujer, de cuerda entera,
sólo soy una mujer y ya es bastante.

Gloria Fuertes





autodestrucción…

17 05 2009

Hay personas que somos autodestructivas. Somos muchas, pero mucha gente no nos entiende. Nos gustan las canciones más tristes, las películas más dramáticas y escribir cosas absurdas hablando de nuestra vida. Esas cosas que no le deben de interesar a nadie, pero nos creemos con la necesidad de explicar cómo nos sentimos.

Algunas personas creen que sufrimos por decisión personal porque la vida, en general, nos parece una mierda. No importa qué nos pase. No importa que tengamos trabajo o no. No importa que tengamos pareja, amigos o que estemos solos o solas. Pero lo que nos pasa es que nos da igual tener una hipoteca, una casa y casarnos antes de los treinta.

No queremos una vida convencional, pero nos jode no ser “normales”. Todo sería más fácil. Llevo demasiado tiempo analizando a las personas de mi edad (rondando este temido cuarto de siglo) que son tan autodestructivas como yo. Estamos jodidas y jodidos. Sin pareja, viendo como el resto de personas normales continúan con su vida tranquilamente. Miramos cómo nos estamos quedando atrás, aferrándonos a los recuerdos, al pasado. Queriendo alargar la barrera de los 25, de los 30, de los 35.

No entendemos por qué la gente cambia, se olvida de las cosas que en un momento te dieron la vida. No todas las personas somos capaces de olvidar. Todo lo sentimos más. Lo bueno, lo malo. Pero nos autodestruimos así. Es mejor una vida sin altibajos. Una vida tranquila, estable. Un trabajo fijo. Buscar la salida que todo el mundo encontraría rápidamente.

Nos sentimos seres extraños allá donde estemos. No lo podemos remediar. Nos pasamos media vida buscando nuestro lugar y, la otra media, recordando el momento en el que lo encontramos pero no nos dimos cuenta que lo era y lo dejamos escapar. No nos gusta llorar, pero no podemos evitar hacerlo. Es una forma de expresarnos y de sentir. Siempre estamos en transición, siempre en ningún lugar, en medio de todo, en medio de la nada.

Hace poco leí un libro de Isabel Allende, “Mi país inventado”, del que me he quedado con unas cuantas frases que creo que también salían de una persona que vivió exilios de todo tipo. Dejo un fragmento que resume muy bien todo esto que hoy necesito expresar:

“Una vez oí decir a una famosa escritora afroamericana que desde niña se había sentido extraña en su familia y en su pueblo; agregó que eso experimentan casi todos los escritores, aunque no se muevan nunca de su ciudad natal. Es condición inherente a este trabajo, aseguró; sin el desasosiego de sentirse diferente no habría necesidad de escribir. La escritura, al fin y al cabo, es un intento de comprender las circunstancias propias y aclarar la confusión de la existencia, inquietudes que no atormentan a la gente normal, sólo a los inconformistas crónicos, muchos de los cuales terminan convertidos en escritores después de haber fracasado en otros oficios. Esta teoría me quitó un peso de encima: no soy un monstruo, hay otros como yo.”

A mí también me dejó más tranquila leer este texto…

PD: El gran Antonio Vega fue uno de los nuestros. Se nos fue después de una eterna lucha consigo mismo en la que se dejó ganar. A él también le dolía la vida. La eterna lucha de gigantes.





Tacones…

9 05 2009

Últimamente no tengo demasiado tiempo (ni conexión) para escribir aquí. Vuelvo a dejar uno de esos fragmentos de los textos con los que me estoy encontrando este año:

Beecroft Vanessa, 1997 “La mujer bella se extiende en un sofá, exhibiendo uno de los atributos de su belleza, los pequeños pies, a la admiración masculina, exponiéndolos a su deseo. Están calzados por un zapato que algún fulminante dictador de la moda ha decretado como expresión de la elegancia y que posee todas las características con las que se define un instrumento de tortura. En su parte más ancha aprieta hasta la estrangulación; en su extremo delantero termina en una punta inverosímil a la que los dedos tienen que someterse; el talón se prolonga merced a un agudo estilete que no proporciona la base de sustentación suficiente para el cuerpo, que hace precario el equilibrio, fácil la caída, imposible la caminata. ¿Pero quién, sino las sufragistas se atreve a usar unos zapatos cómodos, que respeten las leyes de la anatomía? Por eso, las sufragistas, en justo castigo, son unánimemente ridiculizadas.”

Rosario Castellanos, Mujer que sabe Latín…





La muñeca

26 04 2009

“Soy una muñeca plástica. Me compraste en una tienda de objetos eróticos. No era nadie antes de conocerte, okay. Todo lo que soy te lo debo a ti. A veces te gusta jugar a las muñecas, pero como un niño, rompes los juguetes. Me posees porque eres mi dueño. Me tomas con violencia, como los niños que se aburren de los juguetes. Ensayas muchos estilos y ninguno te funciona. Por eso estás encendido de furia contra mí. Te golpeas la cabeza con mi cuerpo mientras me llamas puta. Te asustas de tus fantasías asesinas. Tal vez preferirías que te castigara por ser un niño malo. Algunos hombres se portan mal para provocar el castigo de mamá. Te atraigo hacia mí, tirándote de las orejas. Quieres dejar de ser sujeto. Te angustia ese papel de ser siempre quien decide el orden del guión. Compraste un goce efímero que quiero eternizar para suplir la necesidad de la otra y me castigas por intentarlo. Tampoco la quieres a ella, es la visión fugaz de una mujer etéra lo que te hiere.”

Consuelo Triviño. «La muñeca», en: La casa imposible.





Espejos

18 04 2009

“Las mujeres hemos servido todos estos siglos de espejos, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño natural”

Virginia Wolf





cultura

4 04 2009

«Cuando se me planteó la exigencia de medir la cultura, vi que la cultura debía ser precisamente aquella condición que excluye una mentalidad capaz de medirla”

Theodor Adorno





primavera

21 03 2009

«La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.»





claro en la noche

29 01 2009

El ave que no encontró consuelo vuela perdidamente
sin más razón que la desobediencia.

Roza las hojas altas sin posarse
cuando el silencio desenreda la luz
para probar su transparencia oscura.

El aire aguarda, donde el ramaje está entreabierto,
hasta saber por qué la claridad
no puede verse. Cómo desea el silencio
de la luz escuchar
otra vez el silencio en las palabras.

La interrupción comienza siempre.
Ajena a todo nombre, el ave pasa.

Antonio Méndez





Walking Around

24 11 2008

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

PABLO NERUDA





ausencia

19 06 2008

Durante mi ausencia
las arañas se han adueñado de la casa.
Pido permiso cada vez
que tomo un libro del estante.

Berna Wang, La mirada oblicua
Eds. AmadaRamada





a veces…

15 06 2008

La vida, a veces, es sencilla. Es sencilla si dejamos que el viento nos dé en la cara. Es sencilla cuando dejamos que la lluvia nos empape y no nos deje indiferentes. La vida, a veces, es sólo un buen rato y dejarse llevar. Soy el ser más complejo que conozco. Y sin embargo la persona más fácil de hacer feliz. Soy capaz de llorar mirando una puesta de sol y de no llorar cuando me dan una mala noticia.

Soy así de extraña y de sencilla a la vez. Me emociono sólo cuando alguien me da un abrazo de verdad. Sólo con que alguien se alegre de verme. Me emociono al sentir que alguien se preocupa por mí. Me emociona saber que hay gente que se acuerde de mí aunque no me vea. Y sin embargo tengo una capacidad ilimitada para sentir la soledad cuando la gente desaparece sólo un instante.

Soy así de frágil.

Pero la vida es sencilla a veces. A veces la vida es buscar el camino que siempre habías tenido en tu mente. Un camino que es más recto de lo que creemos porque, al fin y al cabo, nos lo conocemos bien. Lo hemos dibujado tantas veces en la cabeza que, en realidad, es imposible perderse. Pero cuando caminamos por ese camino, nos detenemos a mirar el paisaje. Y se nos cruzan tantas cosas por el medio que nos perdemos.

De repente siento la necesidad de vivir el camino que me tracé siempre. De vivir mirando las pequeñas cosas que hay a mi alrededor. Y de seguir adelante por el camino que yo inventé.

De repente quiero una vida tranquila y sencilla. La vida, a veces, es fácil. Es fácil cuando nos dejamos llevar sin que dejemos que nos lleve. La vida es simplemente un tiempo, unos días, unos minutos que vivir. Y se pasa… sin darnos cuenta. No entendemos nada porque nos paramos a pensar en demasiadas cosas. Y olvidamos aquello que siempre buscamos.

A veces la vida es un café.
Un segundo en una ventana.
No es más.

La vida somos nosotros. Y estas divagaciones que buscan una respuesta a un ser complejo que quiere una vida tranquila. La vida es una vida, no es más. Sólo una y nuestra. Un tiempo que es lo único que poseeremos durante toda nuestra existencia.

La vida es vivir con gente. Con quien tienes al lado. Confiar, esperar. Dar. Porque somos tan sencillos, que nos falta de todo. Tenemos miedo. Somos frágiles.

La vida es dejarnos llevar sin dejar que nos lleve. La vida, siempre, es continuar.





palabras…

11 06 2008

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

(…)

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

José Agustín Goytisolo, Palabras para Julia





i cento passi…

10 06 2008

No puede ser de otra forma. Y en medio de esta incertidumbre y esta niebla que veo frente a mí, sé que sólo puede ser así. Se hace camino al andar.

Nunca me cansaré de escuchar esta canción.

«Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.»

Antonio Machado, Cantares





Buscando una luna

30 05 2008

No sucede nada. No sucede nada, pero tal vez eso sea peor que el que suceda algo. Cada día me estoy haciendo una coraza más fuerte que no deje pasar todas las cosas que me hierven dentro, pero no deja de dolerme el pecho. Tal vez de tanto gastar fuerzas para hacer más dura mi coraza, por dentro me estoy haciendo cada vez más débil. Es más fácil hacer como si no pasara nada. Pero siempre pasa algo. Y siempre está ahí dentro lo mismo. El mismo dolor.

Pero no pasa nada, “que ha sido un momentito sólo de bajada, que aquí no pasa nada”. A veces los momentitos duran más de lo que uno espera. Pero siempre hay que evadirse. Volver a buscarse. Volver a reinventarse. Me queda tan poco tiempo aquí que no sé dónde estoy. Otra vez vuelve la incertidumbre. Y ese momento en el que todo puede salir muy bien o muy mal. No hay un posible término medio. Tal vez así se rompa mi apatía, mi coraza. Y deje de estar en medio de ningún lugar. Pero hasta que ese momento llegue aún queda demasiado tiempo de aguantarme a mí misma en este lugar. Con esta especie de actitud de ir tirando por inercia (para lo que queda, habrá que seguir). Pero a veces cuando no sucede nada, me canso de mí.


 

«Sucede que me canso de ser hombre,
sucede que me canso de mi piel y de mi cara»

Sucede, Extremoduro  (el link lleva sorpresa)





7 05 2008

«El tiempo que creímos perder
está siempre aquí,
al alcance de la mano.»

Berna Wang